El abrazo es una de las principales demostraciones de afecto que podemos dar. Tiene varios significados: amistad, cariño, dedicación o gratitud. Por lo que ejerce una clara influencia positiva tanto para la persona que lo recibe como para la que lo da, convirtiéndose de este modo en una forma de comunicación ideal para relacionarse con los demás. Cuando no sabemos como expresar con palabras una situación óptima, un abrazo siempre será... una estupenda opción.
Un abrazo nos ofrece:
• Protección: Necesitamos sentirnos protegidos para poder desarrollarnos, es algo que saben bien los niños y los ancianos, ambos colectivos que necesitan mucho el amor de quienes les rodean. El permitirse caer sabiendo que contamos con apoyo, es el mejor motor de impulso para volver a levantarse con mayor fuerza.
• Seguridad: Todos necesitamos sentirnos seguros, encontrar nuestra zona de confort. Precisamos de una referencia de la que partir, que nos ayude a identificarnos y saber hacia dónde queremos ir. Por tanto, ayuda al establecimiento e identificación de límites.
• Confianza y Autovaloración: La confianza es algo básico cuando de lo que se trata es de vencer miedos y limitaciones, consiguiendo de este modo avanzar. El tener una imagen de sí mismo saneada emocionalmente, facilita el camino del aprendizaje y crecimiento personal.
• Fortaleza: La fuerza es una cuestión de energética. Cuando transmitimos nuestra energía positiva a través del abrazo, se establece una conexión que hace que la energía propia y la del otro se multipliquen, viéndose beneficiados ambos.
• Salud: El contacto físico que se produce al abrazar imparte una energía vital capaz de aliviar dolencias menores e incluso sanar.
Estos son algunos de los beneficios que nos reportan los abrazos, pero con toda seguridad, cada uno de nosotros puede encontrar otros muchos beneficios tanto físicos como emocionales.
Y dicho esto... ¿Te animas a regalar abrazos?