20 de diciembre de 2014

¿POR QUÉ NO HACERLO POR MÍ?

Comparto este breve texto del libro "El camino del encuentro" de Jorge Bucay en el que se expresa de manera explícita que es necesario que aprendamos a querernos a nosotros mismos, a valorarnos y a trabajar en nuestra felicidad igual que lo hacemos con aquellas personas que queremos. Si hacemos cosas buenas por los que tanto significan en nuestra vida... ¿por qué no hacer eso mismo por nosotros? ¿cuántas veces ponemos trabas a nuestra propia felicidad?
 
«La primera cosa que se nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidarlo, ocuparnos de él, escucharlo, procurarle las cosas que le gustan, ocuparnos de que disfrute de la vida y regalarle lo que más quiere en el mundo, llevarlo a los lugares que más le agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y comprensión.
Cuando el otro nos quiere, hace exactamente lo mismo.
Ahora, me pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?
Sería bueno que yo me cuidara, que me escuchara a mí mismo, que me ocupara de darme algunos gustos, de hacerme las cosas más fáciles, de regalarme las cosas que me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme. Tratarme como trato a los que más quiero.
Pero, claro, si mi manera de demostrar mi amor es quedarme a merced del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que me acuesto.
El mundo actual golpea a nuestra puerta para avisarnos que este modelo que cargaba mi abuela (la vida es nacer, sufrir y morir) no sólo es mentira, sino que además está malintencionado».

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22 de noviembre de 2014

LOS PERFECCIONISTAS: TODO BAJO CONTROL

Muchos de mis amigos dicen que yo soy una perfeccionista, que me gusta que todo esté siempre "correcto y en su sitio". Siempre he valorado esta actitud como positiva, porque me permite tener "cierto control" sobre mi vida y mi entorno. Reconozco que me gusta el perfeccionismo, pero también reconozco que en múltiples ocasiones me trae ciertos quebraderos de cabeza, porque a mi alrededor no siempre los demás son como yo, y además una de las consecuencias negativas de mi perfeccionismo es que no sé delegar tareas en los demás, para que queden las cosas a mi gusto prefiero hacerlas yo, y eso a veces me sobrecarga de trabajo.
Así que reflexionando sobre todo esto, he llegado a la conclusión de que, como casi todo en la vida, en el término medio está la virtud... Buscar la excelencia de lo que hacemos es bueno, pero existen rasgos de los perfeccionistas que, lejos de sumar bienestar y felicidad en la rutina cotidiana, se convierten en un verdadero lastre.
Hay ciertos indicios o cualidades que pueden ayudarnos a identificar a una persona perfeccionista.
 
Son personas que buscan tenerlo todo bajo control, planifican su rutina al máximo porque cualquier posible error se convierte en una drama emocional. El perfeccionista resta valor a sus éxitos y exagera al extremo sus fracasos al punto que se siente realmente mal ante fallos que no tienen tanta importancia.
 
Las personas perfeccionistas se exigen el máximo a sí mismas en cada acción que realizan. Sin embargo, a veces, no disfrutan de los resultados alcanzados porque curiosamente, nunca se sienten lo suficientemente satisfechas de los resultados obtenidos. Las personas perfeccionistas se obsesionan con transformar la realidad cuando lo que en realidad deben cambiar es su pensamiento.

Son personas inquietas que están prácticamente todo el tiempo ocupadas porque ponen su valor personal en el hacer. Es decir, asocian su valía con la acción o mejor dicho, con los resultados de esa acción. De esta forma, son personas que no se relajan casi nunca. De hecho, sienten cierto vacío en ámbitos de ocio, por ejemplo, durante unas vacaciones prolongadas.
 
Las personas perfeccionistas no sólo lo son consigo mismas sino que también, ponen muchas expectativas en los demás, de esta forma, son personas exigentes en sus relaciones personales. Su nivel de expectativas es alto y, con frecuencia, se sienten decepcionadas y frustradas porque tienen la sensación de que dan más de lo que reciben a cambio.
 
Las personas perfeccionistas son constantes y perseveran en el cumplimiento de sus objetivos. Pero cuando se trata de objetivos profesionales, se centran tanto en esta área, que pueden sacrificar otras áreas personales.
 
Como decía al principio, esto son sólo indicios, cada persona puede tener más o menos acentuadas estas características generales, y por supuesto, en muchos casos, el perfeccionismo nos ayuda a ser mejores en nuestro entorno, siempre y cuando esa tendencia perfeccionista no nos haga absolutamente dependientes de un control extremo.
 
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6 de noviembre de 2014

MANTÉN EL BUEN HUMOR

Tú eres más que el estado de ánimo que casualmente estés experimentando. Eres la persona capaz de controlar ese estado de ánimo. Tú eres más que los pensamientos que estás pensando. Eres quien piensa esos pensamientos, capaz de decidir cuáles serán.
Tu humor no queda determinado por nada que suceda fuera de ti, sino por cómo decidas interpretar y responder a lo que está sucediendo. Así como puedes decidir qué palabras decir y qué cosas hacer, del mismo modo puedes decidir qué cosas pensar y de qué humor estar.
Eres maravillosamente libre de pensar y sentir positivamente, cosas que confirmen la fuerza de la vida, no importa qué otras limitaciones puedan estar reteniéndote. Dedica tan sólo una hora a sentirte energizado y efectivo cuando en otro momento te habrías sentido cansado y abatido, y reconoce por ti mismo la diferencia que ello puede significar.
Aunque siempre existen montones de buenísimas razones para sentirse horriblemente mal, hay muchísimas más razones para sentirse maravillosamente bien. Continúa, siéntate derecho, toma una respiración profunda, pon una sonrisa en tu rostro y haz de ti mismo una persona muchísimo más efectiva.
 
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30 de octubre de 2014

VER EL LADO BUENO DE LA VIDA

Con frecuencia, nos cuesta ver el lado positivo de lo que es aparentemente menos bueno, no porque se trate de algo malo sino porque tenemos un apego excesivo a lo conocido, es decir, valoramos de verdad la zona de confort, y todo aquello que de pronto rompe con lo que teníamos previsto se convierte en una aparente amenaza.
Existen cosas que pueden no parecer buenas en un primer momento y que, sin embargo, luego te traen grandes oportunidades.
 
Los valores de positivo y negativo no están en la realidad en sí misma sino que son una interpretación mental subjetiva. Por tanto, cambia el chip y anímate a emular el pensamiento positivo de las personas más entusiastas. El optimismo es una actitud que desde un punto de vista egoísta te beneficia enormemente: motivo más que suficiente para cambiar la forma de pensar y utilizar la mente como una linterna que aporta luz en lugar de oscuridad. El efecto de luz se produce cuando abres los ojos de verdad y en lugar de focalizar tu atención en aquello que no es como a ti te gustaría, amplías la mirada para observar la totalidad de las cosas.

La vida es un proceso de búsqueda constante, un camino en el que puedes reinventarte a ti mismo o quedarte encerrado en un punto sin optimizar todos tus recursos personales. Ver el lado bueno de aquello que es más negativo depende solo de ti. Sin embargo, es importante evitar el autoengaño para no confundir el optimismo con el idealismo de no tener los pies en el suelo.

El optimismo depende de ti: sólo hay que cuidarse e intentar ser feliz.
 
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10 de octubre de 2014

LA VIDA DE LAS ABEJAS: EL DESAPEGO

Os comparto un texto de Anthony de Mello sobre lo que significa el desapego bien sea a personas o cosas. Es un texto bastante esclarecedor y preciso.

En la vida de las abejas encontramos una gran lección. En general el hombre construye para sí, piensa en el valor de la propiedad, ambiciona conseguir más bienes, sufre y pelea ante la inminencia de perder aquello por lo que luchó por conseguir. Prisionero en un plano denso, pierde oportunidades de experiencias superiores.

En cambio las abejas fabrican su alimento sin destruir nada, además, donan la mayor parte. La lección de las abejas está en su espíritu de donación. En un acto poco común de desapego, abandonan lo que les llevó una vida construir. Simplemente lo sueltan sin preocuparse por el destino que tendrá.
 
Podemos decir que el apego es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona, no es posible ser feliz.. Tu mente dice: No puedes ser feliz si no tienes tal o cual cosa, o si tal persona no está contigo. No puedes ser feliz si tal persona no te ama. No puedes ser feliz si no tienes un trabajo seguro. No puedes ser feliz si no das seguridad a tu futuro. No puedes ser feliz si estás solo. No puedes ser feliz si no tienes un cuerpo a la moda. No puedes ser feliz si los otros actúan así. Y cuantos más “No puedes ser feliz si...”

Permanentemente te demuestras (si no es por una cosa, es por otra) que no puedes ser feliz. ¡Todo esto es falso!. Todas las cosas a las que te apegas, y sin las que estás convencido que no puedes ser feliz, son simplemente tus motivos de angustias. Si queremos ser libres, si queremos dejar de sufrir por lo que tenemos o por lo que no tenemos, deberemos abrigar un único deseo: Transformarnos, desprogramarnos, soltar las ataduras.
¿Qué es tu programación?. Eso que llevas dentro de tu computadora cerebral, que se formó acumulando los datos recibidos: tu cultura, tus ideas, tus creencias, tus miedos, tus apegos, tus hábitos.
El ejercicio consiste en tener presente que nada ni nadie nos pertenece, que no vinimos al mundo para poseer cosas o personas y que debemos soltarlas.
El sufrimiento llega cuando nos aferramos a algo o a alguien.
El apego empaña lo que debería estar claro: por detrás de una supuesta pérdida se esconde la enseñanza de que está por llegar algo nuevo y mejor para nuestro crecimiento.

Si no renunciamos a lo viejo ¿Cómo puede haber espacio para lo nuevo?
Quisiera preguntarte... ¿a que estás apegado? ¿qué temes perder? ¿personas que ya no amas o no te aman, vínculos que te lastiman y que aún prefieres conservar? ¿profesiones que ya no te desafían a poner en ellas todo tu potencial?
 
La felicidad y la desdicha dependen de cómo afrontemos los acontecimientos, no de la naturaleza de los acontecimientos en sí.
 
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