Estamos acostumbrados a ver la negativiad que existe en el mundo, sin embargo, al dirigir constantemente nuestra atención hacia ella no hemos conseguido cambiarla por algo mejor. Si nos concentramos en nuestros aspectos positivos, hacemos algo constructivo para llevar a cabo un gran cambio. Esto se puede entender como el mayor desafío de nuestros tiempos para el que necesitamos valentía y autoconfianza.
El pensamiento es como una semilla. Cada pensamiento produce su flor y su propio fruto. Es decir, los pensamientos pueden ser constructivos o destructivos, amorosos o rencorosos, de felicidad o depresivos.
Cuando somos capaces de entender y utilizar esta energía de la mente, entonces la podemos canalizar para producir aquellos “frutos” que nos proporcionan más felicidad y contentamiento, que significa estar interiormente contentos y satisfechos con nosotros mismos y con los que nos rodean.